Con una gran reforma es como esta antigua fábrica se ha transformado en casa de veraneo. Desearía ver el antes, aunque se deja intuir fácilmente: gruesos muros de piedra, pocas y pequeñas ventanas, techos altos con estructuras vistas e inmejorable enclave.
Colores claros y pinceladas azules potencian la continuidad de los distintos espacios, así como el uso del mismo suelo por toda la planta.
Con sólo ver las imágenes se presiente que, gracias al espesor de los muros, la temperatura interior de la vivienda debe ser similar a las de las bodegas de las casas antiguas, como una cueva fresca en verano y cálida en invierno.
Imágenes vía y también.
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